martes, 1 de febrero de 2011
Si Peter Pan viniera...
Si Peter Pan viniera...
Sí, mejor que esté todo a oscuras, que no me vea. Que no vea lo que es el mundo real, el mundo de los adultos. Que por lo menos quede un niño en el mundo, aunque no sea más que un cuento, que conserve la inocencia. Que siga sin saber cómo es todo realmente, la situación en la que viven los niños del siglo XXI.
¿Saben? Hoy en día los niños están desatendidos por así decirlo. Vivimos en una sociedad en la que los padres trabajan todo el día para sacar adelante a la familia y casi no tienen tiempo para estar con sus hijos, abandonados ante el televisor. Éste es uno de los motivos de que los niños de la actualidad no sean como los de mi generación (que ya sufrimos en parte ese mal), la de nuestros padres o incluso abuelos. En televisión se emite una gran cantidad de contenido que, de ninguna manera, es adecuada para niños. Películas con alto contenido sexual, violencia, consumo de drogas... Los niños no tienen capacidad de asimilar esas cosas siendo pequeños. Simplemente lo ven y asimilan que es algo habitual, frecuente y, quizá, correcto o aprobado moralmente.
Éste es el mal que tenemos en Occidente, pero ¿y en los países subdesarrollados? Allí no tienen televisión, ya que apenas tienen dinero para subsistir. Los niños viven peor que los occidentales. Mientras que aquí ven guerras por televisión, allí las viven. Unos se quedan sin familia (o sin su propia vida) en atentados suicidas o guerrillas, en la mayoría de los casos entre países vecinos. Otros son obligados a convertirse ellos mismos en guerrilleros desde muy pequeños, desde que tienen edad suficiente para empuñar un rifle y realizar un disparo más o menos certero. En los países que no están en guerra, la situación no es mucho mejor. En lugares como Pakistán, China, Japón... hay fábricas de esclavos que en su mayoría son niños. Estos resultan una mano de obra barata y son explotados, con jornadas laborales durísimas, en condiciones infrahumanas y a menudo recibiendo castigos físicos ante el trabajo mal realizado. Marcas de sobra conocidas comercializadas a nivel mundial utilizan este tipo de mano de obra. ¿Ejemplos? gran cantidad de marcas deportivas y de ropa y complementos de lujo. No hace falta dar nombres, supongo que todos sabrán de qué hablo.
Como siempre, nadie dice nada. Todos miran para otro lado, cierran los ojos ante una desgracia que afecta a millones de niños en este mundo. ¿Cuántos no llegarán a la mayoría de edad? ¿Cuántos son explotados, maltratados, atacados? ¿Cuántos han perdido a alguien por una bomba, una bala? ¿Cuántos han visto cómo su mundo se derrumbaba en cuestión de segundos? Señores, esta es la realidad que nos negamos a ver en esta parte del mundo, disfrutando de una buena condición de vida(pese a la dichosa crisis), y con Estados Unidos, potencia mundial, a la cabeza.
Y precisamente en Estados Unidos lleva décadas desarrollándose otro mal, que poco a poco ha ido extendiéndose como un germen y que, según estudios recientes, tiene actualmente una tasa mayor en España que en el país americano. Efectivamente, me estoy refiriendo a la obesidad infantil. En vez de seguir con nuestra dieta mediterránea de la que tan orgullosos decimos sentirnos, hemos ido adoptando paulatinamente las nefastas costumbres culinarias americanas. Empezaba esta entrada hablando de las familias occidentales actuales, en las que los padres trabajan todo el día y apenas tienen tiempo para los hijos. Al igual que no tienen tiempo para ellos, tampoco lo tienen para encargarse de la casa. Por eso cada vez se ha ido descuidando más la alimentación, aumentando el consumo de fast food o comida rápida, así como de grasas y proteínas en exceso, descuidando productos tan nuestros y tan sanos como las hortalizas, las legumbres o la pasta. Y si preguntas a cualquier niño, la mayoría de ellos te dirán que prefieren una buena hamburguesa o una pizza antes que un plato de lentejas o una ensalada. Y asi es como hemos llegado a unos niveles de obesidad infantil mayores que en el gigante americano. Desde luego, no es nada de lo que debamos sentirnos orgullosos.
Y ahora toca reflexionar: ¿qué futuro quieren ofrecer a sus hijos? ¿Qué futuro tendrán los descendientes de mi generación? ¿Cómo cambiar la situación de los más jóvenes en los países del Tercer Mundo? De nuestras decisiones y nuestros esfuerzos puede depender el futuro.
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cari, no se puede hacer grandes cambios a la ostia en toda una sociedad, consiste en poco a poco concienciando a la gente con minimos y posibles gestos, detalles y actos para que la propia sociedad se vaya renovando, respecto a los paises subdesarollados lo mismo pero con mas enfasis y tal ... uno no puede hacer gran cosa, ni cincuenta, ni cien, pero si pueden animar que mas personas, miles y mas miles un dia digan deberia cambiar esto y tal ...
ResponderEliminarpor cierto no has pensado en estudiar psico-pedagogia? xD ya se que no te gustan los niños pero no se... con la entrada esta pues da que pensar ajaja